El plan para el día siguiente era escalar la Cresta de las Benditas. Qué os voy a decir que no conozcáis ya. Se trata de una serie de ocho impresionantes montañas situadas en un mismo cordal y que forman el Circo de la Alegría. Según dicen ofrecen en su escalada unas de las mejores sensaciones y vistas del Pirineo.
Me acerqué el sábado con la intención de pasar la noche y salir pronto de madrugada. En el Refugio sólo estaban las dos guardesas. Me inscribí y fui a dejar las cosas a la cama que me asignaron.
Más tarde vinieron un grupo de seis montañeras. Venían a celebrar la despedida de soltera de Hedurne Vaskabán y estaban muy animadas y con ganas de juerga.
A la hora de la cena me animaron a que me sentara con ellas. No pude negarme, el que no quiera compañerismo y camaradería que no vaya a la montaña.
La cosa se fue animando poco a poco hasta que por el tercer pacharán me empecé a sentir como si fuese Walter Bonatti delante de las Grandes Jorasses. La cosa se puso propicia y decidí que era el momento para hollar esos ocho montes que allí se me presentaban.
Mi idea inicial era, dada la hora, subir solo los montes que me parecieran más fáciles e interesantes, dejando de lado los que me parecieran menos atractivos y los más difíciles. Pero me encontré con que no se podía pasar de una montaña a otra sin pasar por la anterior. Había un orden a seguir.
Empecé la ascensión con tranquilidad, aquello no se presentaba difícil pero si largo y extenuante. Las crestas se presentaron de todo tipo, algunas impresionantes , otras lisas con pocos agarres, algunas con roca más agrietada y descompuesta pero todas tenían su gracia. Cuando llegué a la arista cimera, la más esbelta, la que tenía los mejores agarres y las mejores vistas tuve la tentación de detenerme y quedarme allí sin continuar adelante. Pero no pudo ser, el resto del cordal me miraba retador y mi objetivo estaba claro. Debía de continuar hasta completar las ocho cimas o por lo menos dejarme la piel en el intento. Una oportunidad como esta no se volvería a presentar jamás.....
Continué las siguientes ascensiones con paso lento y muy concentrado. Era consciente de que un movimiento en falso y todo se acabaría y se vendría abajo. En un intento de alarde de mis cualidades intenté saltar de litera a litera con tal mal tino que me caí y me torcí el tobillo. Seguí como puede y en algún momento de la ascensión el esfuerzo pudo conmigo y me quedé extenuado y dormido a merced de los elementos. ¿Qué sería de mí?
A la mañana siguiente me desperté a las diez de la mañana en pelotas y abrazado a una polla gigante de peluche. No recordaba nada. ¿Habría completado la subida a las ocho montañas?.
Las montañeras se habían levantado a las seis para subir al Imposible Tresmil. Las guardesas entre risas me decían que era tarde y que me tenía que marchar. A duras penas me levanté y desayuné pero el tobillo me dolía tanto y la fatiga era tan intensa que casi no podía ni caminar. Me asusté, en este estado estaba claro que no podría bajar solo del Refugio.
Convencí a las guardesas, con las que ya tenía cierta confianza para que llamaran al 112 y vinieran en mi ayuda. Al poco un helicóptero vino a rescatarme. El responsable del rescate no paraba de reprocharme que a la montaña no se debe de ir solo; que hay que ir bien preparado y que hay que saber valorar tus propias fuerzas. Yo intentaba explicarle que en la montaña hay situaciones de fuerza mayor contra las que no puedes hacer nada salvo resistir........No me pareció oportuno entrar en detalles.
Está claro que cometiste un acto de imprudencia.
¿Que tipo de equipo llevabas para prevenir los esguinces de tobillo, tan habituales en este tipo de actividad?
¿Llevabas un buen calzado?. La caña de la bota, ¿era lo suficiente alta y rígida para evitar los esguinces?
Seguro que ni llevabas el frontal para observar las irregularidades del terreno.
Con estos antecedentes no sería de extrañar que fueras el primero al que le cobran el coste del rescate
Yo creo que la pregunta es otra; Llevabas el material necesario para practicar estas arriesgadas actividades y que comunmente se denominan condones??? En caso afirmativo; cuando te levantaste al dia siguiente agarrado al gran falo de pelo sintetico (menos mal que era sintetico) te faltaban algunos condones?? De ser asi, notaste dolor en las partes pudientes referidas al final de al espalda?? Quiza con el dolor del esguince no te doliese tanto, pero intenta recordar.
Para la proxima vez te aconsejo que te alejes de las malevolas ninfas paxaraneras de la montaña, de todos es sabido las letales consecuencias de pasar una noche a su lado. Tuviste suerte hermano, montañeros agerridos de la talla de uno de Zaragoza no pudieron contarlo.
Las crestas estaran alli siempre y tu recuerdo de ese dia tambien. Quien no ha tenido una mala noche????
Saludos compañero y buen relato de tu "desgracia"
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